Si revisamos el journey digital de un turista (global) de estos días, el camino se muestra de la siguiente manera:
Inspirar. Hoy el destino tiene que encontrar al turista e inspirarlo a elegirlo como para vacacionar ante decenas de opciones. Cuando el turista esté explorando a donde dirigirse, tendría que haber visto algo del destino (el destino debe tener campañas omnicanal segmentadas always on), buscar y encontrar inspiración para su viaje, sorprenderse con contenidos muy relevantes y seductores para sus necesidades.
Planear. Es muy importante que el destino cuente con herramientas para planear un viaje, estas son cada vez más personalizadas, en cuanto a motivación del viaje, número de personas en el grupo, demográficos y sobre todo gustos e intereses de los mismos. Entre estas encontramos planificadores de viajes intuitivos, chatbots que hacen las veces de concierges, rutas preestablecidas bien recomendadas, etc.
Reservar. Ninguna estrategia digital tiene sentido, si no llega a la penúltima etapa del funnel que es conversión. Por ello la meta es que cualquier ejercicio de promoción tenga como finalidad reservar, comprar o por lo menos dejar datos para próximos contactos. El consumidor espera eso, esta estrategia incrementa notablemente la venta, además de permitirnos mostrar resultados reales al promotor.
Disfrutar. Ya en el destino el turista suele repetir los pasos 1, 2 y 3, con información que de manera virtual no valoró u obtuvo. Por ejemplo, reservar un restaurante que le gustó en medio de un recorrido.
Compartir. Dada la credibilidad que tienen actualmente las recomendaciones entre pares, la experiencia del viaje suele compartirse dos veces. La primera durante el trayecto y la segunda desde casa al regreso. Las fotografías y videos en redes sociales, las calificaciones, opiniones y rankeos en plataformas turísticas como tripadvisor serán clave para la promoción de nuestro destino.